Dr. Héctor G. D’Agostino – Vicepresidente del Instituto de Economía
Las etapas en que se desarrolló Industrialización Sustitutiva de Importaciones (ISI) presentan ciertas particularidades que me manifiestan de acuerdo con el autor que se trate. Cada uno de ellos, si bien en términos generales coinciden en cómo fue la evolución histórica de la ISI, no existe unanimidad en cuanto a la fecha en que cada etapa ocurrió. No obstante, debemos reconocer que al delimitar las mismas se debe recurrir a cierto grado de arbitrariedad. También se hace necesario aclarar que las empresas y/o grupos económicos citados están enumerados de manera meramente enunciativa y no limitativa. Cabe además precisar que no se investiga la historia de la política económica argentina -sin bien en ocasiones se recurre a ella- ni la calidad de la industria que cada año se incorpora, sino sus valores nominales que se comparan con otras variables.
Anticipadamente se hace necesario mencionar lo indicado por Adolfo Dorfman[1] referente a la información disponible en este período: “Ninguna afirmación segura puede adelantarse respecto al progreso realizado por la industria argentina en su conjunto con anterioridad a 1934-35 (año en que se levanta el Censo Industrial). Todos los cálculos existentes adolecen de deficiencias de información, que las invalidan para extraer de ellas conclusiones generales. Las valiosas informaciones de la Dirección de Comercio e Industria son fragmentarias y por lo general solo abarcan los establecimientos situados en la Capital Federal; otro tanto acontece con las de la División de Estadísticas del Departamento Nacional del Trabajo”.
No obstante ello, no pueden invalidarse los datos obtenidos por otras fuentes y las consecuentes conclusiones a las que abordaron los autores que se indican es este trabajo -referente a dicho período- dado la jerarquía de los mismos.
La Industrialización incipiente. El Modelo Agroexportador 1880 – 1929
Argentina, que contaba con una gran extensión de tierra fértil y clima propicio para la agricultura y cría -principalmente- de ganado vacuno y ovino, se encontraba incorporada a la División Internacional del Trabajo que determinaba qué debía producir cada Nación de acuerdo con sus ventajas comparativas.
Por ese entonces en el mundo se desarrollaron plenamente las Revoluciones Industriales (primera y segunda) que abarcan -ambas- el período comprendido entre 1784 -1914. Básicamente, en el primer caso el centro fue Gran Bretaña y se produjeron los sistemas mecánicos, la máquina a vapor y la energía hidráulica; en el segundo se originaron la producción en serie, las líneas de montaje y la energía electromecánica. Así, junto con Gran Bretaña se sumaron otros países europeos y EE.UU.
En nuestro país existía una cantidad importante de Inversión Extranjera como para llevar adelante proyectos agrícolas en gran escala. Se fundaron frigoríficos, molinos harineros, talleres metalúrgicos; luego bancos, compañías de seguros, etc.
Es decir, proveíamos a los países centrales los alimentos que necesitaban e importábamos todos aquellos bienes de capital que la producción agropecuaria requería y los productos manufacturados que demandaba la población de elevado poder adquisitivo, generando una situación similar a lo que ocurría con España en la época de la colonia.
En esta etapa, cerca de 1855, comienza la inmigración europea que más tarde se producirá en forma masiva.
Podemos decir que el Modelo Agroexportador se desarrolló paralelamente con la Organización del Estado Argentino, está en las raíces mismas de la Nación y, de distintas maneras incorporado a la memoria colectiva de los argentinos.
Veamos ahora algunos de los hechos más simbólicos y relevantes.
El 2 de septiembre de 1587 se produce la primera exportación argentina, su destino es Brasil. La carabela San Antonio llevaba tejidos y bolsas de harina producidos en la por entonces próspera Santiago del Estero. Por tal motivo, cada 2 de septiembre se celebra en nuestro país el día de la industria. Pero, “un detalle” para analizar más allá de la economía es la denuncia efectuada por el Gobernador de Tucumán, Ramírez de Velazco. Dicha carabela cargaba, además, en su interior, camufladas, barras de plata provenientes de Potosí, cuya exportación estaba prohibida por Real Cédula, es decir se encubrió un acto de contrabando.[2]
Las exportaciones comenzaron en la época de la colonia, pero, luego de la división del Virreinato del Río de la Plata se dejó de exportar minerales ocupando su lugar los productos del agro.
La industria argentina estuvo determinada por haber dado sus primeros pasos en una comunidad que no fue pobre. La producción de cereales y carnes era superior a lo que se consumía en el mercado interno y sus precios internacionales eran al principio altos.[3]
Las primeras producciones a escala se producen -con técnicas rudimentarias- a partir de 1810 en los saladeros de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos. Dichas técnicas se mejoran a partir de 1830.
Crisis de 1827. Se trató de la primera crisis de la deuda que sufrió muestro país demorando por años la recuperación económica.
El crecimiento de la economía fue importante a partir de 1860 ya que hubo mejoras técnicas en la producción y a ello se sumó la ampliación de la frontera agropecuaria.
También a partir de dicha fecha distintos inmigrantes fundan las siguientes empresas: Noel, Bagley, Bieckert, Bianchetti y Peuser. A ellos se suman las fundiciones y los talleres metalúrgicos.
La compra de las locomotoras, rieles y equipos a Gran Bretaña originó que se desarrollara en el país una de las redes ferroviarias más grande del mundo. Posteriormente hubo un intento de equipar a dicha red con elementos de producción nacional, pero los intereses en juego hicieron fracasar el proyecto y se desmantelaron las incipientes industrias siderúrgicas.
La construcción de la red ferroviaria acercó el interior al Puerto de Buenos Aires. Dichas regiones, como resulta obvio, utilizaron esta infraestructura también para realizar sus importaciones. Así, el puerto se constituyó en el lugar de conexión con el exterior quedando los beneficios de la aduana para los agentes económicos relacionados con el mismo.
Entre los más poderosos empresarios podemos citar a Ernesto Tornquinst, nacido de Buenos Aires en 1842; dueño del banco que lleva su nombre, tenía participación en los grandes Talleres Tamet, un frigorífico, propietario de la primera refinería de azúcar y de un grupo de seis ingenios en Tucumán, explotaba decenas de miles de hectáreas, era importador y nexo con varios bancos del exterior. A todo ello sumaba la representación del poderoso Grupo Krupp, de origen alemán, para la venta de armas y bienes siderúrgicos producidos en el país por dicho grupo.
Tornquinst no solo participaba activamente de la actividad económica, sino además potenciaba la misma con importantes amistades políticas, entre ellas, Juan Manuel de Rosas y Carlos Pellegrini.
Pero quizás, el grupo empresario más importante fue Bunge & Born, que en principio funcionó como sede local de su casa matriz de Holanda del Norte. Fue fundada en 1884 y más tarde se incorporan, provenientes de Europa, Jorge Oster y Alfredo Hirsch. Entre 1884 y 1929 fundan 23 empresas, constituyéndose en el principal exportador de cereales y lino producidos en el país (el 85% de los mismos); como productores agropecuarios llegan a controlar 500 mil hectáreas. Luego comienzan a procesar las materias primas pertinentes produciendo harina, tanino, etc. En 1902 funda Molinos Río de la Plata con una gran capacidad de molienda del trigo cosechado en el país. A través de esta empresa el grupo instala plantas fabriles en Uruguay y Brasil, se inicia así su internacionalización, que posteriormente se acrecentaría. Pero las empresas industriales de mayor transcendencia se expanden a mediado de la década de 1920. Así, a la producción agrícola ganadera se suman otros rubros como inversiones inmobiliarias, envases de hojalata, producción de alimentos, fábrica de pinturas, esmaltes y barnices, hilanderías, tejedurías de algodón, desmotadoras, etc. Así, entre 1930 y 1936 este grupo crea 24 empresas más.
La estrategia utilizada por Bunge & Born fue consolidarse en las actividades económicas que desarrollaba sin entrar en conflicto con el resto de los intereses dominantes de la época. De manera tal que no trata de extender su influencia a otras áreas como la bancaria y financiera, ni al transporte marítimo pese a ser un exportador de importancia.[4]
Otro grupo empresario de envergadura fue Brooke Bond Liebig’s, de origen inglés, se radicó en 1911 y se desempeñó en la actividad frigorífica, extracto de carne, fabricación de té y colonización de tierras. Entre 1911 y 1935 fundó 6 empresas.
El grupo inglés Grindlay Holding, se instala en 1912 con la empresa Gath & Chaves, y en 1914 con Harrods Ltd., ambas dedicadas al comercio minorista, incursionando luego en la actividad financiera y de seguros. Fundó en el período 1905-1914, 5 empresas y en 1943 crea Austral Compañía de Seguros S.A.
La firma inglesa Furness Withy & Co Ltd., radica en 1913 su la primera empresa portuaria (estibaje), luego crea una agencia marítima e incursiona en la actividad agropecuaria e inmobiliaria. Fundó entre 1913 y 1937, 5 empresas.
El grupo Imperial Chemical Industries se instala en el país mediante las firmas Quisalor S.A., en 1911; Duperial S.A., en 1920, produciendo en ambos casos productos químicos; luego en 1925 constituye Cartuchería Orbea Argentina S.A. elaborando municiones. Fundó entre 1911 y 1939, 4 empresas.[5]
En 1870 se funda Pedro Vasena e Hijos (Talleres Vasena) importante fábrica metalúrgica que contaba además con establecimientos en La Plata y Rosario y un lavadero de lana en Barracas.
Talleres Metalúrgicos San Martín (TAMET). Si bien sus orígenes se remontan a 1830, posteriormente se produce la fusión con distintas empresas, entre ellas los Talleres Vasena y la Compañía Argentina e Hierros. Se convierte de esta manera en la empresa metalúrgica más importante de América del Sur y uno de los colosos industriales del país” (L.J. Grande Cobián, 2002).[6]
El 29 de Agosto de 1875 se conforma el “Club Industrial Argentino” con el objetivo de fomentar y proteger a la industria nacional. Luego, en 1878 algunos de sus integrantes se retiran del mismo y crean el “Centro Industrial Argentino”. No obstante, en la defensa de sus intereses, en temas centrales, actúan en forma conjunta. Finalmente, el 7 de febrero de 1887 ambos sectores se fusionan, y ante la presencia de 900 personas se funda la Unión Industrial Argentina (UIA). Su presidente fue el senador Antonio Cambaceres quien realiza el primer censo industrial que registró 400 emprendimientos que daban trabajo a 11.000 obreros (www.uia.org.ar).[7]
La creación de la UIA fue promovida por el entonces Vicepresidente y luego Presidente de la Nación Dr. Carlos Pellegrini, gran impulsor de la industria. Una de sus frases más repetida era “Sin industria no hay Nación”. Además, entre los principales políticos que apoyaban la protección industrial, se encontraban Dardo Rocha, Vicente Fidel López (luego Ministro de Hacienda de Pellegrini), y Miguel Cané.
En 1891 y acorde con el nuevo tiempo, se organiza la primera central obrera denominada “Federación de Trabajadores de la Región Argentina”, siendo éste un fuerte indicio del crecimiento que estaba teniendo la industria.
Las Provincias que tenían territorios aptos para la producción de bienes exportables se valorizaron, especialmente las de la pampa húmeda. Además -ferrocarril mediante- en el interior se fundan bodegas (vinos), ingenios azucareros, etc. Siguiendo este razonamiento, y protegidas por el gobierno de turno, se crean industrias en las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe (Rosario), Tucumán y Mendoza.
Hasta 1880 el país estuvo en un estado permanente de conflictos. A partir de dicho año empieza a consolidarse la unión nacional y consecuente con ello, el progreso económico se vigoriza. El primer aumento importante de la industria manufacturera se produjo en esta década.
En estos años, la expansión agraria se encuentra en pleno ascenso y existe un importante aumento de la industria manufacturera en el procesamiento de las materia primas.
Ello, producto de tres factores que ocurrieron en forma casi simultánea: a) mayor estabilidad política, b) la inmigración ocurrida, y c) la inversión de capitales ingleses en empresas argentinas.
La generación del Mercado Interno y la expansión de la Demanda de productos industriales importados impulsaron la instalación de las primeras fábricas, el aumento del comercio, la banca y los seguros.
En primer frigorífico no solo de Argentina, sino de Latinoamérica, fue la River Plate Fresh Meat Co. Ltd. Se construyó en Campana, provincia de Buenos Aires, siendo su propietario el empresario inglés George W. Drabble. El mismo realizó en 1883 la primera exportación a Londres de carne vacuna refrigerada (chilled beef) (Miguel Krebs, 2011)[8].
A partir de esa fecha (1883), Avellaneda, Zarate, Campana, Berisso, San Nicolás, son algunos de los principales distritos donde se instalan una serie de frigoríficos destinados al consumo interno y la exportación ocupando una importante cantidad de trabajadores.
Así, las toneladas de carne exportadas fueron aumentando, llegando nuestro país a ser en 1905 el principal exportador global superando a los EEUU, y en 1912 el 64% de las importaciones de Gran Bretaña llegaban de Argentina.
Esto determinó que los EEUU instalaran frigoríficos con sus propios capitales y además compraran algunos de los existentes. Surgen entonces Swift y Armoud que contaban con nuevas técnicas y formas de producción.
Esta situación les permitió exportar desde Argentina hacia Gran Bretaña las remesas que con anterioridad se hacían desde el puerto de Chicago.
Durante el período 1902-1926 se produce la diversificación de la industria con una variada producción de subproductos para el mercado interno y la exportación. Las nuevas plantas se instalan en los lugares donde se encontraba la materia prima; Bahía Blanca y luego en la Patagonia y también en Rosario (O.G. Peláez Almengor, 1995)[9].
Se produce la concentración económica en el sector. Los oligopolios estadounidenses, británicos y los grandes terratenientes locales manejaron el negocio. Fundamentalmente en lo más importante, la determinación de los precios.
Repitiendo lo ocurrido con los ferrocarriles, los ganaderos argentinos -por lo general- no pudieron desarrollar sus propios frigoríficos cuyo control quedaba siempre a cargo de administradores extranjeros.
En 1885 se constituye la firma Fábrica Argentina de Alpargatas, con capitales ingleses y argentinos; ocuparon más de 500 empleados. En 1889 Textil La Primitiva.
El 26 de octubre de 1891 se funda el Banco de la Nación Argentina, por iniciativa del Presidente Dr. Carlos Pellegrini.
En 1888 Otto Bemberg funda la Cervecería Quilmes que fue líder en su mercado. Cristalería Rigolleau comienza la fabricación en Berazategui de botellas de vidrio y Quilmes se convierte en su principal cliente.
Entre 1880 y 1890 su fundaron al primeras plantas industriales modernas.
Crisis de 1890. Muchas empresas se radicaron en las cercanías de Buenos Aires puesto que existía una fuerte expansión de las exportaciones y restricciones a las importaciones producto de dicha crisis.
En 1897 comienza a operar en Argentina la Louis Dreyfus Company (LDC).
En 1900 se funda La Martona que se convierte en la principal empresa de lácteos.
Cada una de las principales empresas monopolizaba el mercado y/o lo compartía en forma oligopólica.
Exportaciones. Agropecuarias; básicamente carnes, cueros, lanas, cereales, etc. Las exportaciones industriales eran insignificantes.
Importaciones. Como ya se ha dicho, los bienes de capital necesarios para que el agro funcione y productos finales para consumo de la población de alto poder adquisitivo.
Producción. Para el Mercado Interno. Alimentos, bebidas, tejidos, artículos de limpieza, muebles, etc., todos ellos de escaso valor agregado. La industria va evolucionando en forma considerable.
Desde 1880 hasta 1890 el producto industrial creció a tasas similares a las del producto total. A partir de 1891 hasta 1895 comienza a crecer a tasas ligeramente superiores, situación ésta que se va acentuando en los años siguientes.
El ingreso de capitales comienza a ser importante a partir de dicha década, se profundiza a fines de la misma y durante el período comprendido entre 1905 y 1914.
En 1906, la empresa de capitales británicos y alemanes “The Forestal Land, Timber and Railways Company Limited”[10], más conocida como La Forestal, comienza la explotación de la mayor reserva de tanino en el mundo. La misma se instala en el territorio comprendido al sur de la Provincia del Chaco y el norte de la provincia de Santa Fe. Llegó a fundar pueblos, puertos, construyó 400 kilómetros de vías férreas propias, tuvo cerca de 20.000 empleados a los que generalmente pagaba con dinero propio o vales que eran aceptados en sus almacenes y hospedajes, etc.
Los temas económico-sociales, criminales, el daño ecológico producido por La Forestal y los demás grupos económicos, exceden a los objetivos de este trabajo
Evolución fabril. Según los Censos Nacionales (2do. de 1895 y 3ero. de 1914) el número de establecimientos era en 1895 de 22.204 establecimientos que ocupaban 174.782 trabajadores, ascendiendo los mismos a 48.779 y 410.201 respectivamente en 1914.
Para ese mismo año (1914 – 3er. Censo Nacional), según el cuadro siguiente, el 71,3% del total del consumo doméstico era producido por la industria local, evidenciando un notable progreso el esquema de sustitución de importaciones.
Cuadro Nº 1
Tipos de Industria | Producción en millones U$S | Importaciones Promedio Anual (1911-1915) en millones U$S | Consumo | % Cubierto por la Industria local |
Alimentación | 1.004,5 | 102,6 | 1.107,1 | 90,7 |
Vestido y tocador | 160,3 | 21,6 | 182,3 | 87,9 |
Construcciones | 229,6 | 57,9 | 287,5 | 79,9 |
Muebles, Rodados y Anexos | 87,1 | 37,1 | 124,1 | 70,2 |
Objetos Artísticos y Decoración | 16,1 | 9,5 | 25,6 | 63,0 |
Metalurgia y Anexos | 94,3 | 189,3 | 283,6 | 33,2 |
Productos Químicos | 56,3 | 90,1 | 146,3 | 37,9 |
Artes Gráficas | 39,7 | 6,2 | 45,9 | 86,4 |
Textiles | 40,2 | 138,1 | 178,4 | 22,6 |
Industrias Varias | 147,7 | 101,8 | 249,5 | 59,1 |
Totales | 1.875,8 | 754,5 | 2.630,3 | 71,3 |
Fuente: Ezequiel Gallo – Instituto Torcuato Di Tella – 1970. Con datos del 3cer. Censo Nacional 1914.
Por lo tanto, puede inferirse que la industria manufacturera no ocupaba un lugar marginal como sugieren algunos autores. Además su crecimiento coincidió en términos generales con el “boom” exportador. Jorge Schvarzer[11] nos dice al respecto, “Esas cifras llevan al comentarista del censo a señalar las posibilidades de “sustituir importaciones” que se le brindaban todavía a la actividad fabril y a insistir en la importancia de que las autoridades nacionales encarasen la promoción de esta tarea”.
Si bien la expansión industrial previa a 1914 no fue menor, en este año Argentina estaba todavía muy lejos de ser una nación industrializada. Entre las manufacturas que estaban ligadas indirectamente al desarrollo agroexportador pueden mencionarse los talleres de reparación de material ferroviario y ciertas obras y construcciones necesarias para su infraestructura. (P. Gerchunoff, L. Llach, 2018, pág. 44-46)[12].
Adolfo Dorfman[13] se pregunta ¿Cuál es, pues, el carácter de la industria nacional en 1895? Y se responde “Como puede desprenderse de la lectura de las principales actividades que abarca, se trata a todas luces de un simple aprovechamiento de las materias primas fundamentales, en su forma más sencilla (molinos harineros, saladeros, jabonerías, hornos de ladrillos, etc.)”
No obstante, y reconociendo que fuera de las actividades ligadas a los productos primarios la expansión manufacturera era limitada, esta generalización es objetada por algunos autores que básicamente exponen entre sus argumentos los tipos de industrias y servicios que se encuentran indicados en el Cuadro Nº 1.
Además, las industrias gráficas comenzaban a tener un importante desarrollo impulsado por la actividad cultural y el periodismo. Buenos Aires estaba en esta área a la altura de las principales capitales europeas; contaba, en 1895, con 143 periódicos y el país con 168. Las litográficas, encuadernadoras e imprentas empleaban en ese año a 2.200 personas, etc. (Alfredo M. Irigoin, 1984)[14].
La Gran Demora. Así se llamó al período comprendido entre 1914-1933, donde se observan señales de estancamiento económico. Muchos autores consideran que durante el mismo se imponía un cambio de rumbo y por lo tanto, las medidas que se tomaren debían enfocarse al estímulo de la industria manufacturera. Ezequiel Gallo[15] analiza este período considerando dos visiones. La primera trata de buscar los responsables que impidieron el desarrollo manufacturero y depositan la culpa en los grandes terratenientes que controlaban el poder económico y político de la época. Así lo expresaban -entre otros- Aldo Ferrer, Guido Di Tella y Manuel Zymelman (1967) argumentando básicamente que la fácil disponibilidad de tierras vírgenes en la zona pampeana se había terminado. Con respeto a la segunda visión, E. Gallo recurre para su explicación a Roberto Cortés Conde[16] quien menciona algunos de los motivos que impidieron la creación de un sector industrial sólido y autónomo, a saber: a) las industrias de mayor importancia estaban relacionadas con el sector agrario (frigoríficos, molinos, etc.) lo que tendía a limitar su independencia, b) en las demás ramas de las manufacturas predominaban los emprendedores con técnicas casi artesanales, y c) una importante cantidad de empresas eran inmigrantes que no participaban en la vida política nacional.
Estos dos enfoques o hipótesis -continúa Gallo- tienen implícito el conflicto “campo vs industria”. Sin embargo, este argumento parece no ser válido cuando se observan las cifras de los Censos Nacionales de 1895 y 1914. Además, la espectacular expansión económica que se dio en el período1880-1914, produjo un proceso de gran movilidad social entre los recién llegados, de los cuales una elevada proporción ascendió su status social. En 1895 cerca del 50% de la población pertenecía a la clase media. Además, los agentes económicos rurales estaban muy diferenciados, con una clase media constituida por propietarios, arrendatarios rurales, comerciantes, etc. Al mismo tiempo, la composición de las denominadas clases altas relacionadas con el sector agroexportador sufrió un proceso paralelo de fragmentación[17].
No obstante lo expuesto, algunos historiadores económicos niegan la existencia de “La Gran Demora” y señalan que hubo crecimiento industrial en la década de 1920. Es decir, ante la imposibilidad de precisar una respuesta con datos consensuados sobre este tema muchas conclusiones terminan basándose en las percepciones de los historiadores de acuerdo con la información obtenida. En muchos casos la misma está fundamentada en discursos políticos, notas de prensa y algunas estadísticas exiguas que no conforman el herramental suficiente -de acuerdo con A. Dorfman- como para obtener una base sólida de datos (Fabricio Salvatto, 2017)[18].
Carlos F. Díaz Alejandro[19] sostiene al respecto. “…de 1914 a 1929 cabe distinguir dos sub-períodos bien definidos: uno de depresión que se inició antes de la primera guerra mundial, y otro de rápida recuperación y expansión, que se prolongó de 1917 a 1929”. Luego analiza las condiciones internas y eternas que provocaron dichos escenarios y expresa “…Resulta difícil encontrar hasta 1930 un sostenido retraso en la tasa de crecimiento de la Argentina superior al de la mayoría de los países de Europa occidental y de los de colonización reciente.” Así, dada la flexibilidad de la economía en la estructura productora del país mediante el mecanismo de precios, hubiese sido necesario una gran convicción en los efectos exteriores de la industria, por ejemplo en el año 1925, para favorecer el desvío de fondos estatales de las actividades del agro -que eran prósperas en ese entonces- a las industrias protegidas. Y continúa diciendo “A menos que se sostenga que las autoridades argentinas hubieran debido prever la Gran Depresión, o que debieran haber recurrido a políticas keynesianas en el lapso 1914 -1917, la tesis de la “gran demora” resulta insostenible”.
En el período 1914-1918 se produce la primera guerra mundial. Argentina entra en recesión. Su PBI cae cerca del 20% entre 1913 y 1917, siendo el impacto negativo en la industria manufacturera del 17%. Estas cifras son mayores a las sufridas en la Gran Depresión. Pero, luego de dicha guerra el sector industrial crece nuevamente con altas tasas, superiores a las del PBI y a las del agro.
Así, los datos disponibles nos indican que durante dicha guerra no hubo una importante expansión de la industria en su conjunto, sino contrariamente se registró una disminución, con algunas excepciones como las industrias textiles y lácteas que incrementaron su producción. La guerra también posibilitó un grado significativo de concentración industrial (Ezequiel Gallo, tomado de Di Tella y Zymelman[20]).
Una importante recuperación de la industria se produce en el período de 1920, principalmente entre 1925 y 1929 concordando ello con el último gran boom exportador.
Inversión industrial y participación de la industria en el PBI
Con respecto a la inversión industrial, Javier Villanueva[21], señala -también tomado de Di Tella y Zymelman- “Uno de los hechos más interesantes está reflejado en la serie de importaciones de maquinarias industriales, cuyo promedio desde 1920 a 1930 es el más alto jamás registrado en la historia argentina para un período de diez años, así como el que va entre 1925 y 1930 es también más alto que el de cualquier otro período de cinco años. Los dos períodos de promedios más altos que siguen son 1947-1951 y 1909-1913. …estas cifras contradicen la creencia generalizada de que la industria comenzó a desarrollarse durante o después de la segunda guerra mundial”[22].
El proceso de inversiones indicado se reflejó también de la provisión de gas y electricidad, de la siguiente manera: en 1854 se crea la empresa Compañía Primitiva de Gas. La misma presta el servicio en Buenos Aires y para 1859 son 1.454 los faroles públicos de gas, y 11.043 las luces en las casas particulares. Veinte (20) años después, en 1879, hay 2.798 y 122.000 respectivamente. En 1870 el servicio de gas comienza a suministrarse en Rosario. En 1874 y 1876 en Belgrano y Flores respectivamente, dos municipios independientes que en 1887 se incorporan a la ciudad de Buenos Aires. Así, sucesivamente se van incorporando Córdoba en 1884, La Plata en 1888, Mendoza en 1889, Paraná en 1890, etc. A fines del siglo XIX las usinas eléctricas comienzan a operar y en 1920 la electricidad desplaza al gas en las calles y casas como fuente de iluminación ( www.tgs.com.ar)[23].
En el siguiente cuadro puede observarse el consumo de energía eléctrica industrial en Buenos Aires y suburbios:
Cuadro N° 2
Evolución del Consumo de Energía Eléctrica Industrial
En Buenos Aires y Suburbios. Promedio del Período
Período | Millones KWh por año | % de Incremento |
1910 – 1919 | 38,5 | – – – |
1921 – 1925 | 114,2 | 196,62 |
1927 – 1930 | 356,6 | 212,26 |
1931 – 1935 | 612,0 | 71,62 |
1936 – 1939 | 942,5 | 54,0 |
Fuente: J. Villanueva c/d A. Dorfman – Evolución Industrial Argentina. Pag.192.
La relación entre el PBI y el sector industrial puede observarse en elCuadro Nº 3:
Cuadro N°3
PBI Interno a costo de factores 1900 – 1946 en millones de pesos de 1950
Año | PBI % | % IM | IM % PBI | Año | PBI % | % IM | IM % PBI |
1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 |
1900 | – – – | – – – | 14,29 | 1924 | 7,80 | 5,48 | 16,86 |
1901 | 8,46 | 0,00 | 13,18 | 1925 | – 0,42 | 8,53 | 18,38 |
1902 | – 1,97 | 5,84 | 14,23 | 1926 | 4,81 | – 1,88 | 17,21 |
1903 | 14,30 | 10,21 | 13,72 | 1927 | 7,09 | 6,24 | 17,07 |
1904 | 10,64 | 9,67 | 13,60 | 1928 | 6,20 | 11,63 | 17,94 |
1905 | 13,26 | 16,78 | 14,02 | 1929 | 4,48 | 4,92 | 18,02 |
1906 | 5,04 | 5,02 | 14,02 | 1930 | – 6,90 | – 1,09 | 19,14 |
1907 | 2,12 | 10,96 | 15,23 | 1931 | – 4,06 | -11,25 | 17,71 |
1908 | 9,78 | 6,16 | 14,73 | 1932 | – 3,32 | – 6,07 | 17,20 |
1909 | 4,95 | – 1,15 | 13,87 | 1933 | 4,70 | 13,34 | 18,62 |
1910 | 7,26 | 22,37 | 15,83 | 1934 | 7,89 | 13,54 | 19,60 |
1911 | 1,80 | 7,20 | 16,67 | 1935 | 4,41 | 2,78 | 19,29 |
1912 | 8,16 | – 5,17 | 14,61 | 1936 | 0,71 | 6,43 | 20,38 |
1913 | 1,05 | 5,90 | 15,31 | 1937 | 7,30 | 6,24 | 20,18 |
1914 | – 10,37 | – 8,69 | 15,60 | 1938 | 0,38 | 3,92 | 20,90 |
1915 | 0,54 | – 10,27 | 13,92 | 1939 | 3,80 | 3,94 | 20,92 |
1916 | – 2,87 | 2,44 | 14,69 | 1940 | 1,64 | 0,17 | 20,62 |
1917 | – 8,12 | – 0,78 | 15,86 | 1941 | 5,12 | 3,94 | 20,39 |
1918 | 18,34 | 19,01 | 15,95 | 1942 | 1,17 | 1,43 | 20,44 |
1919 | 3,69 | 4,07 | 16,01 | 1943 | – 0,74 | 4,52 | 21,52 |
1920 | 7,26 | 4,45 | 15,59 | 1944 | 11,31 | 13,43 | 21,93 |
1921 | 2,56 | 4,65 | 15,91 | 1945 | – 3,20 | 0,66 | 22,81 |
1922 | 7,99 | 11,08 | 16,36 | 1946 | 8,89 | 12,80 | 23,63 |
1923 | 11,02 | 16,94 | 17,23 | – – – | – – – | – – – | – – – |
Fte.: Elaboración propia, en base a Javier Villanueva tomado de la CEPAL. Anuario Estadístico 1958.
Con respecto al Cuadro anterior, la columna N° 2 indica el crecimiento anual del PBI, la N° 3 el incremento de la industria manufacturera y la N° 4 cuánto representa la industria manufacturera en el PBI. Las columnas 6, 7 y 8 muestran -en el mismo orden- los iguales conceptos.
Cuadro Nº 4
Incremento del PBI y del Sector Industrial en % – Participación de la Industria en el PBI en %
Período | Incremento Total PBI en % | Incremento en % PBI Promedio Anual | Incremento Total en % Sector Industrial | Incremento en % Sector Industrial Promedio Anual | Participación Sector Industrial en el PBI |
1901 -1909 | 88,21 | 7,3 | 82,68 | 6,92 | 14,09 |
1910-1919 | 17,77 | 1,65 | 35,88 | 3,11 | 15,45 |
1920-1929 | 76,32 | 5,84 | 98,46 | 7,10 | 17,06 |
1930-1939 | 14,68 | 1,38 | 33,18 | 2,90 | 19,39 |
1940-1946 | 25,88 | 3,34 | 42,16 | 5,15 | 21,62 |
Fuente: Elaboración Propia en base a datos del Cuadro Nº 03.
Cuadro N° 5
PBI – Participación Sectores 1900-1949
Período | Agro y pesca % en el PBI | Manufacturas % en el PBI |
1900 – 1904 | 33,3 | 14,0 |
1905 – 1909 | 27,8 | 14,6 |
1910 – 1914 | 25,2 | 16,0 |
1915 – 1919 | 31,0 | 16,0 |
1920 – 1924 | 28,3 | 17,1 |
1925 – 1929 | 25,7 | 18,4 |
1930 – 1934 | 25,1 | 19,3 |
1935 – 1939 | 24,3 | 21,4 |
1940 – 1944 | 24,7 | 22,0 |
1945 – 1949 | 18,5 | 24,5 |
Fuente: Elab. Propia, con d/Javier Villanueva y CEPAL d.b.
De la información disponible surge que en la década de 1930 el sector industrial continuó creciendo globalmente según la tendencia de los años anteriores, es decir, no existió una discontinuidad con el pasado. En el Cuadro Nº 4 puede observarse que el crecimiento -promedio anual- de la industria manufacturera en el período de 1901-1929 es mayor que el crecimiento del PBI producido en los períodos 1930-1939 y 1940-1946.
Corroborando estas cifras, en los Cuadros N° 4 y 5 se observa cómo fue evolucionando la participación del sector manufacturero en el PBI, donde a partir del período 1910-1919 fue creciendo en mayor porcentaje que el PBI, y además el sector del agro y la pesca, fueron cediendo espacio a dicho sector.
Cabe destacar además que hasta la crisis de 1930 Argentina era el tercer país importador de autos del mundo. El parque automotor por habitante de Buenos Aires era tan importante como el de París o Berlín y tenía una gran demanda reprimida del 10% de la población de más altos ingresos[24]. Por ello, se habían instalado en el país las siguientes empresas, que en esencia eran armadurías:
Entre otras grandes empresas que se crean, en 1929 se funda Celulosa Argentina S.A. Fábrica de papel y derivados de la celulosa.
Por todo lo expuesto, concluye Javier Villanueva: “a): La idea generalizada de que el crecimiento industrial de la Argentina, en su faz moderna, comienza en la década del treinta -es decir, durante la Depresión- es inaceptable sin sustanciales retoques. En rigor de verdad, la industria argentina, en términos generales, comenzó muchos años antes. La industria “moderna” se inicia realmente en la década del veinte -especialmente en los últimos años de dicha década-, período en el que se observa un elevado nivel de inversión industrial y de importación de equipos para el mismo sector y la entrada de numerosas empresas extranjeras. b): Durante la década del treinta, particularmente en la segunda mitad de la misma, se observa un cierto crecimiento industrial que sigue las tendencias de años anteriores. Las medidas anti cíclicas de la primera mitad de la década del treinta estimularon la expansión del sector industrial, sobre la base de una más amplia utilización de la capacidad existente en el sector, producto de la Inversión de la década del veinte. En la segunda mitad de la década del treinta, el crecimiento industrial se relacionaba, antes que nada, con la política cambiaria. El control de cambios de aquellos años estuvo ligado, más que con problemas cíclicos, con las dificultades estructurales creadas por la política imperial británica, expresada en el Pacto Roca-Runciman, y con los problemas de conducción político-económica, que implicó el creciente antagonismo entre Inglaterra y Estados Unidos”.
Cuándo Comenzó la ISI
Resulta este un tema controversial, puesto que distintos economistas llegan a conclusiones diferentes a las de Alfredo M. Irigoin, Ezequiel Gallo y Javier Villanueva, según se indica en los artículos ya mencionados respecto a la fecha de inicio de la sustitución de importaciones.
Consideraremos al respecto las opiniones de los siguientes economistas:
Aldo Ferrer: expresa[25], “La sustitución de importaciones no es, pues, un proceso estático de producción interna de una determinada cantidad de bienes anteriormente importados, sino que abarca dinámicamente la satisfacción de la mayor y cambiante demanda que se va creando como consecuencia del desarrollo” … “En la primera fase del proceso de sustitución de importaciones, entre 1930 y fines de la década de 1940, el liderazgo del crecimiento es ejercido por las industrias tradicionales, fundamentalmente la textil y, en menor medida, por el agrupamiento de alimentos, bebidas y tabaco”.
Bernardo Kosacoff: manifiesta[26], “El agotamiento de la expansión de la frontera agropecuaria, acompañado de la crisis internacional de 1929 y las conflictivas relaciones triangulares entre Argentina, Gran Bretaña y EE.UU, pusieron fin al funcionamiento del modelo agroexportador. El control de cambios de 1931, la vigencia de los permisos previos de importación en 1933, el desdoblamiento del mercado cambiario con el exterior y la elevación de los aranceles de importación -inducida fundamentalmente por motivos fiscales- son ilustrativos del nuevo funcionamiento de la economía, que en su cierre con el exterior fue paulatinamente reduciendo la importancia del comercio internacional en el PBI. Estas fueron las condiciones en las cuales se desarrolló el primer subperíodo de la sustitución de importaciones. Tenía su punto de apoyo en la incipiente industrialización anterior y avanzó muy rápidamente en los tramos fáciles del producción manufacturera”. Posteriormente, este autor denomina al período 1880-1929 “Agroexportador con Industrialización” y al transcurrido entre 1930 y 1978 como “Sustitutivo de Importaciones”.
Adolfo Dorfman: en el libro ya citado, “Palabras finales”, nos indica que a partir de la década de 1930 comienzan a insinuarse los cambios estructurales en la economía argentina propicios para el sector industrial, consolidándose estos después de la segunda guerra mundial. Así, expresa: “Sin embargo, sobre el trasfondo de una estructura industrial donde se carece, prácticamente, de sectores pesados con islotes de tecnología avanzada y una fuerte dependencia del exterior, aparecen en la década que precedió a la Segunda Guerra Mundial elementos dinámicos esenciales de cambio. Entre ellos corresponde destacar el fortalecimiento de ciertas actividades más modernas que completan ciclos de fabricación; una mayor preocupación gubernamental por desarrollar y fortalecer la industria; la creciente conciencia de la clase empresarial industrial; la formación de cuadros técnicos nacionales. La fecundación reciproca de estos, y otros elementos, hará posible que en los treinta años que han trascurrido desde entonces la industria argentina cobre mayor relieve, pujanza y estabilidad, entrando en una etapa de franco desarrollo…”. Carlos F. Díaz Alejandro[27],“Así, pues,la creencia popular de que a la industria nacional se le otorgó escasa protección hasta la década de 1930, no está de modo alguno confirmada por la historia. Es verdad que había deseo de conciliar un “proteccionismo razonable a las industrias nacionales con los intereses del comercio y de los consumidores internos”, pero ya en 1876 se otorgó cierta protección, y después de la Primer Guerra Mundial se insistió cada vez más con el proteccionismo industrial. Entre 1913 y 1925, las tasas de aranceles ad valorem equivalentes, para una lista de productos importados representativos, iban de un 25% a un 30%, y un estudio de la Liga de las Naciones publicado en 1927 afirmaba que las tasas arancelarias efectivas de la Argentina ocupaban el tercer lugar entre las más altas de la principales veinte naciones comerciales del mundo”.
Jorge Schvarzer[28] afirma que en la década del veinte varias ramas industriales (la cervecera entre ellas) eran más importante que las brasileñas, “Buenos Aires era todavía el mayor centro industrial del continente. La masiva presencia de fábricas no las convirtió en parteras de un nuevo orden industrial; ellas se acomodaron a la rutina derivada de la riqueza fácil”.
Daniel Azpiazu, Eduardo Basualdo y Miguel Khavisse[29] parecen decir que la ISI comenzó antes de los años de 1930 cuando expresan “…la crisis internacional de los años treinta no hace más que dar un nuevo impulso a este proceso de industrialización vía sustitución de importaciones…”.
Posteriormente Daniel Azpiazu junto con Martín Schorr[30], reafirmando lo expuesto en el párrafo anterior, manifiestan, “…para “resolver” los problemas inherentes al modelo de sustitución de importaciones (hegemónico desde los años treinta)…”.
Por todo lo expuesto, no parece ilógico concluir que a partir de 1880, cuando comienza a consolidarse el progreso económico, junto con el mismo también se inicia un proceso de industrialización incipiente; y hacia 1914, cuando se realiza el tercer censo nacional, la Industrialización Sustitutiva de Importaciones ya había comenzado -dentro del Modelo Agroexportador- su primera etapa (el 71,3% del consumo doméstico era producido por la industria local – Cuadro N° 1) configurándose en los años de 1930 en una sustancial política de Estado.
BIBLIOGRAFÍA:
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– Grande Cobián Leonardo José, “TAMET: Crónica de una guerra. Concentración y centralización capitalista en la siderurgia argentina, 1870-1935”, Revolución N° 10, 2002.
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– Kosacoff Bernardo, “La industria es clave para generar crecimiento e inclusión”, Visión Desarrollista, 2019.
– Kosacoff Bernardo, “Hacia un nuevo modelo industrial”, Capital Intelectual, 2007.
– Krebs Miguel, “Historia del ganado vacuno y los frigoríficos en la Argentina”, 2011.
– Peláez Almengor, “Los frigoríficos argentinos 1880-1930. 1988.
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– Salvatto Fabricio, “La Gran Demora en la industria argentina: aproximaciones y perspectivas historiográficas sobre un debate inconcluso”, UNLP, 2017
– Schvarzer Jorge, “La industria que supimos conseguir”, Editorial Planeta 1996.
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– www.elhistoriador.com.ar, “2 de septiembre – Día de la industria”, Cámara de Diputados páginas 1123 -1124 del 18/09/1875.
– https://uia.org.ar, “La UIA celebró su 132 aniversario”.
– www.tgs.com.ar,
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[1] Dorfman Adolfo, “La Historia de la Industria Argentina”, 2da. edición, Hyspamerica, 1970. Pág. 389.
[2] www.elhistoriador.com.ar, “2 de septiembre – Día de la industria”, Cámara de Diputados páginas 1123 -1124 del 18/09/1875.
[3] Peyrú Pablo y Verna Etcheber Roberto, “Evolución de la Industria nacional argentina”.
[4] Azpiazu Daniel, Basualdo Eduardo y Khavisse Miguel, “El nuevo poder económico en la Argentina de los años 80”, Edición definitiva, Siglo XXI Editores Argentina, Página 24.
[5] Para un análisis más detallado de estos grupos económicos ver “El nuevo poder económico en la Argentina de los años 80”, Edición Definitiva, Siglo XXI Editores, 2004. Azpiazu Daniel, Basualdo Eduardo y Khavisse Miguel.
[6] Grande Cobian Leonardo José, “TAMET: Crónica de una guerra. Concentración y centralización capitalista en la siderurgia argentina, 1870-1935”, Revolución N° 10, 2002.
[7] https://uia.org.ar, “La UIA celebró su 132 aniversario”
[8] Krebs Miguel, “Historia del ganado vacuno y los frigoríficos en la Argentina”, 2011.
[9] Peláez Almengor, “Los frigoríficos argentinos 1880-1930”. 1988.
[10] Arijón Teresa, “La Forestal, la firma inglesa que explotó los bosques de quebracho santafesinos”, www.lanacion.com.ar, 08/08/2018.
[11] Schvarzer Jorge, “La industria que supimos conseguir”, Editorial Planeta 1996, Página 93.
[12] Gerchunoff Pablo y Llach Lucas, “El ciclo de la ilusión y el desencanto”, Crítica, 2018.
[13] Obra citada en 1. Pág. 218.
[14] Irigoin Alfredo M., “La evolución industrial de la Argentina, 1870-1940”, 1984.
[15] Gallo Ezequiel, “La expansión agraria y el desarrollo industrial en Argentina (1880-1930)”.
[16] Cortés Conde Roberto, “Problemas del crecimiento industrial 1870-1914”, en T. Di Tella, G. Germani y otros.
Argentina sociedad de masas, Buenos Aires EUDEBA, 1965.
[17] Asimismo, era lógico que hubiera conflictos de intereses entre los dos sectores, y ello se manifestaba con más crudeza en épocas de crisis; pero producto de la gran expansión económica y social de la época, los mismos se solucionaban con un amplio margen de consenso. Dichos conflictos, básicamente se exteriorizaban en la aplicación de la política arancelaria.
[18] Salvatto Fabricio, “La Gran Demora en la industria argentina: aproximaciones y perspectivas historiográficas sobre un debate inconcluso”, UNLP, 2017.
[19] Díaz Alejandro Carlos F., “Ensayos sobre la historia económica argentina”, Amorrortu Editores, 2da. Edición 2002, Páginas 61/65.
[20] Guido Di Tella y Manuel Zymelman, “La etapas del desarrollo económico argentino”, B.A., EUDEBA, 1967.
[21] Villanueva Javier, “El origen de la industrialización Argentina”, Revista Desarrollo Económico, Octubre – Diciembre 1972, Volumen 12, Nº 47.
[22] Las letras en negritas son propias.
[23] www.tgs.com.ar, “Historias de gas en Argentina”.
[24] Kosacoff Bernardo, “La industria es clave para generar crecimiento e inclusión”, Visión Desarrollista, 2019.
[25] Ferrer Aldo, “La economía argentina” Fondo de Cultura Económica”, tercera edición 2004, páginas 207 y 261.
[26] Kosacoff Bernardo, “Hacia un nuevo modelo industrial”, Capital Intelectual, 2007, página 15, 16 y 17.
[27] Obra citada en Nota al Pie Nº 19, Páginas 274 y 275.
[28] Obra citada en Nota al Pie Nº 11, Página 145.
[29] Obra citada en Nota al Pie N° 4, Página 15.
[30] Azpiazu Daniel, Schorr Martín, “Hecho en Argentina. Industria y economía 1976-2007”, Siglo XXI Editores – Flacso, 2010, Página 11.