DRA. CP ALICIA S. NEBBIA
Partiendo de un concepto ampliamente conocido por todos nosotros, podemos definir al EMPRESARIO como aquella persona capaz de crear y hacer crecer una empresa a partir de una o más actividades rentables logrando que sus ingresos totales superen a sus costos en forma creciente y haciendo de ello su profesión habitual a partir de la creación, desarrollo y continuidad de una o más actividades industriales, comerciales y de servicios.
A partir de esta definición nos preguntamos en qué lugar se sitúa entonces el cuentapropista y el emprendedor, sabiendo que ambos términos no solo difieren en su significado sino que influyen poderosamente en el alcance de nuestros servicios profesionales.
El CUENTAPROPISTA apunta a desarrollar una actividad solo, o con pocos colaboradores, que le permitan vivir y sostener sus gastos, realizando esta actividad en forma intuitiva y con una mirada cortoplacista. Para él es un trabajo que le permite vivir y salir adelante con sus ventas logradas día a día. No planifica ni controla su propia gestión ni la de sus colaboradores, salvo alguna queja o devolución de un cliente. Vive y trabaja en el día a día sin proyección a futuro ni análisis del contexto en el que se mueve. Se ocupa más de los costos que de la búsqueda de oportunidades, para lograr sus ingresos esperados. Prioriza su economía individual antes que de su propia empresa y tiene escaso poder de negociación.
El EMPRENDEDOR supera por supuesto al cuentapropista y de alguna manera también al empresario clásico. Está continuamente motivado por generar nuevos proyectos aprovechando todo tipo de información a su alcance, cultiva contactos y relaciones y está disponible para aprender cosas nuevas que lo lleven a alcanzar nuevos objetivos y buenos resultados. No solo busca continuos cambios, si no que los provoca él mismo con su forma de actuar y liderar. No se echa atrás si no alcanzó sus metas, sino que aprovecha la situación para aprender el por qué y redoblar la apuesta. Tolera la incertidumbre y sabe esperar el momento oportuno para alcanzar sus objetivos. Posee confianza en sí mismo, en sus colaboradores bien seleccionados y en la organización que crece junto a él. Utiliza como herramientas: el tablero de control, el plan de negocios, los indicadores de gestión y un eficaz sistema de información.
La CAPACIDAD DEL EMPRENDEDOR se observa a partir de la creación de actividades innovadoras, cómo las lleva a la acción y cómo las sostiene a partir de su capacidad innata y/o adquirida a través de continuas formas de estar al día con el mundo de los negocios y la administración de los mismos.
Si comparamos las tres definiciones podemos determinar que el Profesional en Ciencias Económicas no puede manejarse de la misma manera con las tres realidades que acabo de exponer.
El cuentapropista necesita un servicio profesional que le permita crecer, pero con un acompañamiento a la medida de su interpretación de la realidad, que si su actividad es prometedora deberá ir creciendo a partir de un acompañamiento y una capacitación continua para llegar a ser un empresario.
Un empresario clásico necesita otro tipo de acompañamiento profesional, destinado a explorar distintos nichos de mercados a los que se debe acceder con información tal que pueda arribar a las nuevas oportunidades con herramientas de dirección y gestión de negocios.
Y el emprendedor necesita un asesoramiento rápido y productivo para analizar las distintas oportunidades y la posible factibilidad y celeridad de alcanzar resultados que agreguen valor a los ya realizados.
Las estrategias que elabore el profesional deben tener en cuenta estos tres grupos de posibles clientes y obrar en consecuencia con la oferta de sus servicios a la medida de las verdaderas necesidades de cada uno. Estos servicios deben tener un anclaje en todo lo concerniente a Planificación Estratégica, Toma de Decisiones, Herramientas de Control de Gestión, Costos y Presupuestos, Análisis de Resultados, Encuadre Impositivo y Laboral, y todo lo concerniente al sector económico al que pertenece el cliente. Cuanto más se esté al tanto de las características de cada tipo de actividad, agregará más valor a las propuestas de trabajo profesional. Cada caso es único y requiere un análisis individual que permita elaborar un Plan de Trabajo a la medida de cada situación en particular. No es posible reproducir las soluciones, sino más bien analizar las diferencias para proponer acciones acordes a cada singularidad de actividad económica que da origen a las distintas demandas de servicios que recibimos o a las ofertas que hagamos de nuestra forma de trabajo profesional.